Una leyenda cuenta que el barón de Munchhasen (que viene a ser un personaje ficticio), en el torneo de Moscú de 1935, propuso a los maestros que allí participaban un divertido juego. Les ofrecía tantas piezas de ventaja como tiempos de juego le dieran a cambio. Los maestros aceptaron el reto de Munchhasen, en tono jocoso. - Bien, vamos a probar primero con todas las piezas -dijeron riendo.
- Si me quitan siete piezas yo les doy mate en siete jugadas, que son mis tiempos de ventaja -replicó Munchhasen.

La continuación de Munchhasen fue: 1. e4, 2. g4, 3. E5, 4. G5, 5. g6, 6. e6, 7. exf7 mate. Los maestros dijeron entonces: - Me parece que le hemos dado demasiados tiempos de ventaja. Probemos con todas las piezas menos el alfil de rey.

La respuesta del barón fue la siguiente: 1. e3, 2. Axc4, 3. g4, 4. G5, 5. g6, 6. Axf7 mate.
- Bueno, esta vez le dejaremos el caballo de rey -respondieron rápidamente los maestros.

La continuación ahora fue: 1. Cf3, 2. Cg5, 3. e4, 4. e5, 5. e6, 6. exf7 mate.
Entonces dijeron: -Probemos, ahora dejándole el alfil y el caballo en f1 y g1. - En este caso os prevengo que me serán de gran utilidad las dos piezas -dijo Munchhasen y les anunció mate en cinco jugadas.

Efectivamente: 1. e4, 2. Ac4, 3. Cf3, 4. Cg5, 5. Axf7 mate. La anécdota no es evidentemente cierta, pero resulta útil para demostrar a los que se inician en el juego la importancia de los tiempos de ventaja en el ajedrez.