Un admirador de Steinitz preguntó a éste en el ocaso de su carrera, por qué no se había retirado de su carrera ajedrecística con la gloria que tenía acumulada durante todos sus años de innumerables triunfos. Steinitz le contestó:
- Puedo prescindir de la gloria, pero necesito el dinero de los premios de los torneos de ajedrez para comer.
En 1899 de regreso a Nueva York, después de su fracaso en el torneo de Londres, Steinitz sufrió una crisis mental (llegó a decir que jugaba con Dios por telégrafo) y fue internado en un manicomio de Ward's Island, donde murió el 12 de agosto de 1900.